Rafael Conde y Yara de Novaes: el quehacer artístico de Minas Gerais a través del tiempo

El cine tiene una tradición sólida y diversa de colaboraciones creativas recurrentes y duraderas. Cineastas de diferentes continentes y épocas históricas han contado en sus procesos de realización con profesionales de distintas áreas con quienes volvieron a trabajar de manera consistente durante un período determinado. Colaboraciones entre quienes dirigen y quienes producen, entre quienes dirigen y quienes fotografían, entre quienes dirigen y quienes editan, entre quienes dirigen y quienes escriben, entre quienes dirigen y quienes interpretan.

La colaboración artística entre el director Rafael Conde y la actriz-directora Yara de Novaes, ambos mineiros (del estado de Minas Gerais), precisamente de la capital, Belo Horizonte, él un Aries, nacido el 4 de abril de 1962, ella una Virgo, nacida el 25 de agosto de 1966, alimenta este linaje histórico de colaboraciones recurrentes, un signo de reconocimiento de una sintonía y una confianza en la creación más que una mera constatación de competencia técnica. Son encuentros. Algunos duran muchos años y muchas películas. Otros duran menos, pero no son menos intensos y productivos. Terminan o pierden frecuencia porque los rumbos de cada trayectoria se bifurcan y se desdoblan o porque la sintonía se atenúa o porque las necesidades se vuelven otras.

El encuentro entre Rafael y Yara quizás esté estimulado por un entramado de múltiples intereses que comparten: el teatro, el cine, la actuación y la palabra. Entre 1998 y 2008, Rafael y Yara compartieron roles tanto delante como detrás de la cámara, en obras que eran tanto conducidas por el director como, en muchos casos, puestas en escena por la actriz. Esta relación actriz-director va más allá de lo que aparece en pantalla, ya que Yara también fue directora de elenco (Fronteira (Frontera), 2008) y asistente de dirección (A hora vagabunda (La hora vagabunda), 1998 y Françoise, 2002) de las películas de Rafael.

Juntos compartieron trabajo en cortometrajes y largometrajes, sellando una colaboración que va desde el ámbito académico (donde ambos tienen una carrera activa) hasta la práctica de la realización cinematográfica, casi siempre desafiada por la pasión teatral que comparten. Juntos, Yara y Rafael realizaron cuatro cortometrajes y dos largometrajes: A hora vagabunda (La hora vagabunda) (1998), Françoise (2002), Samba canção (Samba canción) (2002), Rua da amargura (Calle de la amargura) (2003), A chuva nos telhados antigos (La lluvia en los tejados antiguos) (2006) y Fronteira (Frontera) (2008).

17ª CINEBH – Rafael Conde, homenageado da Mostra – Foto Leo Lara/Universo Produção

Rafael Conde es uno de los principales directores del cine de Minas Gerais de los últimos 30 años. No es poca cosa en un entorno con tantos exponentes de la época, en el cada vez más numeroso cine brasileño de este arco histórico. Sólo en Minas Gerais hubo, en la dirección, la aparición o consolidación de más de una generación de autorías, como Cao Guimarães, Marília Rocha, Eder Santos, Helvécio Marins, Clarissa Campolina, Affonso Uchôa, André Novais de Oliveira, Gabriel Martins, Maurilio Martins.

Conde nunca se pareció mucho a ninguno de estos y, cuando empezó, el punto fuerte en Minas Gerais eran otras manifestaciones visuales, no exactamente el cine que entonces se hacía en 16mm o 35mm (mucho más inaccesible). Conde es el más veterano del grupo, quizás el más investigador de la escena, de la interpretación, en busca de algo que ya no sea el naturalismo, ni siquiera la performance del naturalismo, pero tampoco una ruptura hacia el otro extremo.

Con una carrera iniciada en los años 1980, Rafael Conde tiene dos películas que le bastarían para ser una figura destacada en nuestro homenaje: A Hora Vagabunda (La hora vagabunda) (1998), el cortometraje más emblemático de Belo Horizonte, quizás el punto de consolidación de una idea de cine mineiro urbano, y que contiene una mezcla de irreverencia y rebeldía dulce; y el largometraje Samba Canção (Samba Canción) (2002), una película sobre la dificultad – y casi imposibilidad – de hacer un largometraje independiente en los años 90 y principios de los 2000, especialmente en Minas Gerais, estrenado en la cercanía y en la distancia de Ciudad de Dios (2002), película que evidenciaba la posibilidad de un cine potente para la industria. Es en este período de cambio de los años 90 a los 2000, de dudas sobre el rumbo del cine industrial para consumo interno, del cine de autor para consumo externo, del cine industrial con discurso de autor para todos los consumos y del cine de autor sin público, que Rafael se pone en evidencia. En el corazón de su cine está el emblema de la creación en medio de la crisis y desde ella, sin caer en la trampa de la autoría autoasfixiante y sin paralizarse en la posición estéril y confortable del cine fácil, en una época en la que ni siquiera se hablaba de “cine mineiro”, sino solamente en “películas aisladas de Minas Gerais”.

Si los dos emblemas fílmicos bastarían para destacarlo, la carrera de Conde está marcada por otros momentos singulares. Especialista en estudios de performance, habiendo realizado parte de su doctorado en la New York University, el cineasta nunca abandonó la realización de cortometrajes. También dirigió otros dos largometrajes, Fronteira (Frontera) (2008) y (2022), con largos intervalos entre cada una de las grandes producciones. En esos intervalos entre una película y otra, se dedicó a cursos, elementos claves en la formación de nuevos investigadores y cineastas, en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Federal de Minas Gerais, viendo las aulas como un set de ideas. Además, tuvo una importante participación en la cinefilia en Belo Horizonte, habiendo sido coordinador del Cine Humberto Mauro y del Sector de Cine de la Fundación Clóvis Salgado BH/MG. Es por estas y otras razones que Conde es el más querido director de Minas Gerais, quizás de todos los tiempos.

Como artista, su mayor fuerza, más que en la narrativa, está en las escenas. No en la puesta en escena visual en sí, sino en la dirección de la interpretación. Su estilo discreto, a veces replegado en inventos exhibicionistas, es también un signo de generosidad. Filma para actores y actrices, no para la cámara, la iluminación o la escenografía, sin por ello filmar de manera cuadrada, aséptica o descuidada. En este sentido, valora los diálogos, no por las palabras en sí, sino por la prosa, la interacción y el intercambio. Pone énfasis en el ser humano y no en la técnica o el estilo, un gesto genuino de un realizador que lleva más de treinta años trabajando en el cine.

En 2019, Conde escribió un libro, O Ator e a Câmera: Investigações Sobre o Encontro no Jogo do Filme (El actor y la cámara: investigaciones sobre el encuentro en el juego de la película), sobre su mayor interés, con prefacio de la actriz y colaboradora Yara de Novaes. Esta relación entre cine, teatro, interpretación y puesta en escena es uno de los impulsos más destacados en la carrera de Conde, cuya relación directa con el teatro y la literatura (véanse las adaptaciones de la obra de Murilo Rubião) es fundamental. En los escenarios de teatro, Rafael Conde codirigió “A brincadeira” (La broma) (2015-2016), para el circuito CCBB, además del proyecto “Experimentos Cênicos” (Experimentos Escénicos), realizado con el legendario Grupo Galpão.

17ª CINEBH – Yara de Novaes, homenageada da Mostra – Foto Leo Lara/Universo Produção

Yara de Novaes, también nuestra homenajeada, es una presencia constante en las películas de Conde. El dúo es tan llamativo que algunas obras parecen fuera de lugar sin su presencia. Pero esta no es su única importancia. Yara tiene un nombre y una actuación crucial en el teatro de Minas Gerais, desde su presencia en el escenario hasta su actuación en las aulas. Entre sus logros más importantes se encuentra la fundación, en 2005, del Grupo de Três, con Gabriel Paiva y Débora Falabella, compañía para la que dirigió la adaptación de A Serpente (La Serpiente) de Nelson Rodrigues, así como O amor e seus estranhos rumores (El amor y sus extraños rumores), adaptación de tres cuentos de Murilo Rubião. Además del Grupo de Três, Yara también fundó una de las compañías contemporáneas más importantes, Odeon Companhia de Teatro, junto al director Carlos Gradim. Para esta última, interpretó y dirigió importantes espectáculos para la escena teatral mineira y brasileña, como Ricardo III, de W. Shakespeare y El Coordinador, de Benjamín Galemiri.

Su reconocimiento en el panorama teatral le otorgó importancia simbólica en el campo de las artes, además de varios laureles y premios, como el trofeo Aplauso y el reconocimiento de la APCA (Asociación Paulista de Críticos de Arte). Sin embargo, si en un principio Yara fue una actriz teatral autoral, fue el cine y el audiovisual lo que la convirtieron no sólo en una intérprete de prestigio sino también abierta a los códigos industriales-populares, tanto en el humor como en el drama, destacando así su versatilidad.

En 2018 ganó el premio Shell a la mejor actriz por Love Love Love, con el personaje en sintonía con su Dolores en la serie Shippados, una mujer “excéntrica y despistada”, según sus palabras. Yara también fue una promotora en la serie Irmandade (Fraternidad) y protagonista de la comedia Depois a louca sou eu (Después la loca soy yo), perfiles de cine más abiertos y populares, que dan fe de la diversidad de su talento actoral. La actriz también estuvo en la telenovela Um Lugar ao Sol (Un lugar al sol) (2021), de la Rede Globo. Con una destacada actuación en tantos frentes artísticos, sin dejar nunca de lado las clases y la investigación académica, el homenaje a Yara marca la celebración de una de las voces más difundidas y llamativas del panorama cultural de Minas Gerais.

Cleber Eduardo
Ester Marçal Fér
Leonardo Amaral
Marcelo Miranda
Curadores

Rubens Fabricio Anzolin
Curador Asistente

Mostra Homenaje